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Mostrando las entradas etiquetadas como Educación

Hermosa tecnología

  (Foto: Uta Barth) He tenido la suerte de estar veintidós años con una persona que sabía mucho de educación. En realidad, es la persona que más sabía de educación de todas las que he conocido y conozco todavía. Muchas veces pienso qué pensaría, si estuviera vivo, de esto y de aquello. El no tener respuesta a esas preguntas es muy difícil de sobrellevar, pues su luz era la mía y su perspectiva de las cosas no tenía tacha. Jamás se dejaba arrastrar por la corriente, llevaba su independencia intelectual de forma natural y nunca buscaba el cobijo del grupo para contemplar y contemplarse, sino que la soledad que propicia la reflexión y el pensamiento original fue una de sus compañeras.  Sabía mucho de educación porque, además de su experiencia en todos los puestos de trabajo que en este sector existen, tenía una formación fastuosa, formada por lecturas e investigaciones que fueron pioneras en muchos aspectos y eso se notaba enseguida. Nunca le ocurría como a tanta otra gente, que se le ven

Móviladictos

(Foto: Vivian Maier) Una madre me lo contó alarmada . Mi hija no me habla, no levanta la cabeza del móvil cuando está sentada en la mesa para comer o en el sofá, donde quiera que sea. Siempre está enganchada al móvil. Otros padres y madres lo corroboraron. Mi hijo se encierra en su habitación con el móvil. Se duerme con el móvil en la mesita de noche. Cuando se queda sin batería se pone de mal humor. Me contesta mal si le digo que lo apague. Me lo cuentan también algunos niños. Después de almorzar me voy a mi cuarto y me pongo con el móvil. Y ¿qué haces con él, les pregunto? Hablo con los amigos por el whatsapp. Nos contamos cosas.  Los comentarios son del mismo tenor. Los padres están verdaderamente preocupados. Por su parte, en los colegios e institutos los móviles suelen estar prohibidos. Pueden “existir“ pero sin que se note su existencia. No se pueden tener abiertos, no pueden sonar, no pueden mirarse…En las normas de convivencia aparece claramente explicado que están proscritos.

¿Puede enseñarse el hábito de la lectura?

  He aquí un elemento de discusión entre profesores y padres. El hábito lector y las maneras de desarrollarlo en los niños. Hay familias de padres lectores que se preguntan por qué sus hijos no lo son. O por qué algunos de sus hijos lo son y otros no. También hay casos de gente que no lee y que tiene un hijo que se pirra por los libros. Parece que hay un poco de todo y que la cosa es aleatoria. Pero, si fuera así, significaría que la educación no puede intervenir para cambiar o modificar los procesos de aprendizaje y, en ese caso ¿para qué serviría la educación? Y no nos referimos solo a la educación reglada o escolar sino también a la educación en el seno del hogar, de la familia, tan importante (en algunos aspectos más importantes) que la que reciben los niños en la institución educativa.  Quizá para sentar la cuestión deberíamos distinguir esos dos ámbitos, el escolar y el familiar. En el ámbito escolar son recurrentes los debates entre los que son partidarios de imponer lecturas y

La última coca-cola del desierto

  El balance de la mañana es una tertulia improvisada entre colegas, todas madres, todas profesoras, todas con experiencia de la vida y de la enseñanza. Hace calor pero aquí, en esta esquina de la plaza, una ligera brisa azota los soportales y parece que en lugar de estar a la intemperie hay una especie de resguardo que nos alivia. Somos muy distintas y cada una de nosotras tiene su afán y tiene su porqué. Nuestras palabras tienen el aval de lo que hemos vivido y de lo que conocemos muy bien, pero también cierta ingenuidad porque nos enseñaron a esperar lo imposible, a luchar por conseguirlo. Nuestros hijos parecen haber aprendido esa misma letanía porque todos ellos suman un buen número de chavales de esos que la sociedad debería mimar y debería convertir en el mayor y mejor resultado de cualquier civilización. Son trabajadores, respetuosos, estudiosos, sencillos, y están muy formados. Todos tuvieron en casa un ejemplo muy parecido. Padres que leen libros, que visitan museos, que ven

Aprender a informarse

Una de las cuestiones más complejas de la escuela actual es discernir qué conocimientos deben adquirir los estudiantes. Dado que el arsenal de cosas sabidas es tan inmenso, parece imposible que la institución escolar las abarque. De manera que los profesores se encuentran con el reto de enseñar no ya todos los contenidos relevantes, sino la fórmula para buscarlos, encontrarlos y utilizarlos. Esto es lo que llamamos, por un lado “aprender a aprender”, y, por otro, “sociedad de la información”.   Resulta, sin embargo, que el problema se complica cuando vemos, a poco que hagamos una búsqueda sencilla en Google, que cualquier concepto, hecho o circunstancia da lugar a una cantidad tan ingente de datos que, para seleccionar los verdaderos y los adecuados, precisamos estar previamente formados.  Los estudiantes se encuentran, en cada uno de los momentos de su vida escolar, con dos clases de contenidos: los que puede llegar a aprender y memorizar y aquellos otros, infinitos, que no logrará

Equidad y excelencia

“No sólo son excelentes aquellos que obtienen óptimos resultados sino muy especialmente quienes consiguen progresar desde circunstancias menos ventajosas, en ocasiones con problemas familiares, aprietos económicos o dificultades de aprendizaje” Estas palabras no han sido dichas por un experto en educación sino por un joven estudiante de primero de carrera, precisamente con ocasión de recibir un premio a la excelencia por su trayectoria de bachillerato. Francisco Tomás y Valiente puso el dedo en la llaga. Sus palabras han inundado el espacio virtual y llaman a la reflexión.  La equidad y la excelencia parecen conceptos contrapuestos. Siendo así, parece que el sistema educativo debe elegir entre una u otra. Equidad o excelencia se convierten en apuestas ideológicas. Según esto, la derecha optaría por la excelencia y la izquierda por la equidad. A mi juicio esto es un punto de partida equivocado, y por eso el estudiante premiado, que lo ha entendido a la perfección, ha hecho bien en ac

Alertas ante el acoso escolar

(Foto: Vivian Maier) Los centros educativos tienen que tener activado siempre el protocolo para supuestos casos de acoso escolar. En Andalucía existe dicho protocolo y los centros únicamente tienen que cumplirlo. Algunas condiciones hay que tener en cuenta para ello porque se trata de detectar y confirmar el acoso, no de crear suspicacias ni falsos culpables.  Por eso, seguir lo que se marca en cuanto a las actuaciones es imprescindible. La alerta ante un posible caso de acoso puede llegar de diferentes formas. La observación de la dinámica de las clases, una denuncia de un estudiante, una situación de aislamiento o marginación que pueda darnos pistas, la vigilancia del recreo, las aportaciones de los padres que ven en sus hijos cambio de conductas….cualquier cosa sirve para activar las alarmas.  Poner en práctica el protocolo ha de ser inmediato. No vale dejarse guiar de la intuición del profesor o el director. Este es un problema complejo que necesita una actuación estructurada y ráp

¿Qué podemos aprender de Finlandia?

El sistema educativo finlandés despierta la admiración y hasta la envidia de todos aquellos que nos dedicamos a enseñar. Sus buenos resultados a nivel internacional nos indican que las cosas en ese país se están haciendo bien. En esos resultados no solamente importa que estén en los primeros puestos de las evaluaciones internacionales, sino que los logros sean aplicables a cualquier escuela finlandesa y que los alumnos finlandeses no estén afectados por los síndromes de ansiedad y estrés que son observables en otros países que están desarrollando un sistema basado en la competitividad y el esfuerzo sobrehumano del alumno o el gasto de la familia en profesores particulares. Lo primero que observas al entrar en una escuela finlandesa, ya sea una de preprimaria, básica o secundaria, es que los alumnos parecen felices . Se mueven con tranquilidad por los pasillos, dejan sus bicicletas en la puerta sin atar con candados, van a la biblioteca y allí buscan en los libros situados en estanter

Una pequeña historia real

Conocí una vez a un niño muy especial. En realidad he conocido a muchos niños especiales en mi vida. En realidad, todos los niños son niños especiales.  Comenzaré de nuevo, pues. Una vez conocí a un niño muy especial, como todos los niños, al que le gustaba hacer cosas con las manos. Esto no es una circunstancia llamativa, salvo si se tiene en cuenta que todo el mundo consideraba a este niño un perfecto inútil. Los padres estaban preocupados. Es un trasto, no sirve para nada. Los maestros habían dado la voz de alarma. Es un desastre, no guarda los cuadernos, no cuida las carpetas, no sabe afilar los lápices, no se pone en la fila, canta en medio de la clase, se enfada demasiado si se le riñe, no se calla ante las explicaciones, se mueve mucho todo el tiempo. Los compañeros observaron que el niño era, ciertamente, un poquito problemático. Al menos esa palabra era la que usaban sus propios padres y la que ellos aprendieron. El niño problemático. Es una palabra difícil pero uno

Fin de curso

Los últimos días de junio son especiales. En las escuelas, los colegios, los institutos, se repite un mismo rito, una suerte de ceremonia, con algunas variantes, pero con la misma esencia. Despedir el curso. A veces, con el curso, se despide a las personas, a aquellos que se jubilan o se marchan del centro. En esta profesión es tan corriente despedirse...Los profesores son itinerantes, se mueven de un lugar a otro, derramando los afectos como si fueran un tarro de perfume que se abre y no se controla. En ocasiones, los niños se marchan. Cambian de escenario, de etapa, se van a la universidad, se lanzan a realizar otros estudios, a la vida del trabajo, quién sabe. Cambios, marchas, despedidas, los ritos del final de curso.  Todo ello genera un ritmo especial. Es una clase de melodía acompasada que tiene muchos momentos. Los directores de orquesta varían pero los protagonistas son los mismos. Niños, profesores, padres. En las casas, la vivencia del fin del período escolar anteced

Deberes y WhatsApp

La eficacia de los deberes escolares como acompañamiento en el proceso de aprendizaje ha estado y estará siempre en el alero del debate. Los debates educativos son muy curiosos. En ellos participa todo el mundo, porque el simple hecho de haber sido, en algún momento de la vida, un sujeto por educar, un alumno, nos convierte a todos en expertos. Es, por eso mismo, un debate en el que las reglas de juego están desdibujadas o, simplemente, no existen. Las informaciones sobre la educación siguen este mismo guión: rumore, rumore, rumore. Como si se tratara de una vieja canción italiana, como si anunciara lo que ha ocurrido, al fin, con la prensa del corazón, los rumores configuran el esqueleto de la discusión, al estilo de "han dicho que van a aprobar esta ley", "me cuentan que en el instituto tal pasa tal cosa" y así todo.  Sean buenos o malos los deberes, obedezca la moda de ponerlos a lo que obedezca, el caso es que, la última tendencia, lo más cool, es hacerlo

"Escritos políticos" de Thomas Jefferson

Esta es una recomendación de lectura que puede sorprenderos pero que os gustará si vuestros intereses están en entender el mundo en que vivimos. Porque todo lo que se escribe y sirve para reflexionar sobre el pasado es una forma de arrojar luz al presente. Y nos hace mucha faltita esa luz, como diríamos en Cádiz. El libro se llama "Escritos políticos" y lo escribe nada menos que Thomas Jefferson, quien fue un personaje de importancia cenital en la conformación de ese país que hoy conocemos como EEUU. Jefferson (1743-1826) fue un político, abogado y arquitecto que había nacido en una familia de plantadores poco acomodados de Virginia. En sus cincuenta años de vida activa, fue representante del estado de Virginia en la convención de 1776, cuando se redactó la Declaración de Independencia. También fue gobernador de Virginia, coordinador de la comisión de reforma legal de este estado, embajador en París, ministro y vicepresidente y, por fin, a partir de 1800, tercer presidente d

Un niño

La biblioteca del colegio está vacía. Es la hora del recreo. Una hora ansiada siempre, pero más aún hoy, cuando estamos todos a punto de empezar las vacaciones de Semana Santa, después de un larguísimo trimestre. Los niños notan el cansancio y los profesores también. Soñamos con los días sin prisas para poder leer, con no tener que madrugar, con charlar amigablemente sin interrupciones, con viajar, con ver una buena peli...Los niños tienen también sus sueños, desde luego, aunque no sé si podría reproducirlos porque...¿con qué sueñan los niños de ahora? Quizá la vida no ha cambiado tanto como supongo y todavía siguen soñando con las mismas cosas que nosotros a su edad, quién sabe... Estamos tan cansados que no podemos pensar ahora en cómo han salido las cosas, cómo hemos trabajado, qué resultados han tenido nuestros esfuerzos...no es momento ahora de todo esto, llegará más adelante, cuando no estemos tan agotados de un trimestre que se termina dejándonos exhaustos.  En la bibli

Enseñar en Finlandia

No sé a ustedes pero a mí me llama poderosamente la atención que los maestros sean en Finlandia gente reconocida y prestigiosa socialmente. No es cuestión de dinero, ya lo saben, sino de verdadero reconocimiento, lo que hace que uno se sienta orgulloso de ejercer su profesión. Claro que, como dicen todas las informaciones, a maestro solamente llega en Finlandia el que es bueno, muy bueno, saca buenas notas, tiene una formación excelente, posee conocimientos variados y vocación definida. No sé por qué pienso que esta es la clave, o al menos, una de las más importantes, del éxito escolar finlandés. Habrá otras variantes, pero esta es fundamental. Acostumbrados a ver maestros desmotivados, desinformados y con un escaso bagaje pedagógico, científico o artístico, el pensar que los maestros finlandeses son la cara opuesta de lo que vemos por aquí da un poco de envidia y de pena. Si esta es la razón del éxito, se entiende cómo nosotros estamos donde estamos. 

La luz de cada día

Vienen como bandadas de palomas por la calle Castilla. Sortean las obras, los baches y los andamios. Llegan a San Jorge y se desparraman por la esquina del Puente, por la capillita del Carmen, por Pureza, por la sufrida San Jacinto que ve cómo los comerciantes levantan los cerrojos de sus tiendas para esperar el día…   Vienen vestidos de azul, de rojo, de rayas grises; ellos llevan pantalones caídos, vaqueros y camisetas gastadas, sudaderas y gorras; ellas lucen largas melenas, mientras sus bolsos de bandolera se mueven al compás de su andar…Son los trianeros del presente y del futuro y van a inmortalizar con sus cámaras de fotos este rincón de Triana. Un profesor de una asignatura nueva, que se llama Proyecto Integrado, les ha dicho que en esa zona pueden desarrollar su imaginación, hallar el motivo fotográfico que les enseñe a mirar la realidad. El profesor, seguramente, ha venido de fuera, de Extremadura o de Galicia, pero, después de algunos años de enseñar en Triana, ha caíd

Por derecho

A finales de los años ochenta del siglo pasado se produjo en toda Andalucía un movimiento a favor de que el flamenco se enseñara en las escuelas. Maestros y profesores que trabajaban en lugares distintos, sin ponerse de acuerdo, de manera espontánea, entendieron que este arte es un patrimonio que no puede ser negado a nuestros alumnos. De esta forma, se iniciaron las actividades y programas para que el flamenco llegara a los niños de los colegios e institutos andaluces. Fue, por lo tanto, un movimiento surgido desde la base y que no emanaba de ninguna instancia oficial. En la Escuela de Magisterio de Sevilla se organizó una peña flamenca compuesta por enseñantes, todos ellos impregnados de la misma inquietud y en muchísimos lugares de la comunidad autónoma se establecieron lazos con peñas y con otras instituciones para trasladar a los alumnos el cante, el baile y el toque. Por su parte, la Consejería de Educación publicó, dentro de un conjunto de talleres dedicados a la cultura an

Cosas que nunca se borran

De vez en cuando, casi siempre con los cambios políticos, se sucede el debate sobre la educación. Todos los que tienen un lugar donde opinar se lanzan en barrena, argumentan, discuten, proponen, opinan. La mayoría de estos "opinantes" no conocen la educación por dentro más allá de que ellos mismos fueron educandos o tienen hijos que van al colegio. Esta experiencia indirecta es suficiente para convertirse en dueños de la verdad. La verdadera problemática de la educación, de las escuelas, colegios e institutos, se escapa de la normativa, no tiene que ver con religión sí o no, con ciudadanía sí o no, ni siquiera con el hecho de que se enseñe o aprenda en una lengua o en otra. La verdadera esencia de la educación, del hecho de educar, del arte de enseñar, como quiera decirse, va mucho más allá y tiene un componente técnico y especializado desconocido para la mayoría. Tiene también una vertiente humana, emocional, que la distingue de otras actividades. Por eso los maestros y