(Annie Leibovitz) Para cualquier lector, las ferias del libro son territorios cómplices, tierra conocida, paisajes cuya exploración siempre te trae alguna sorpresa, algún aliciente. Mucho más que ante cualquier otro escaparate sueles detenerte en la fila ordenada de libros, en las novedades o en las firmas, si es que tienes cierto estilo mitómano y aprecias el conocimiento directo de los escritores. No siempre esto es bueno, te lo advierto. Porque una cosa es escribir y otra ser. Y el ser y la literatura no van de la mano, o no suelen ir de la mano. Las biografías de los artistas, entre ellos los literatos, nos deparan una gran cantidad de disgustos, porque pueden llegar a cambiar el signo de tus gustos por cuestiones ideológicas o de conducta o de opiniones. Sin embargo, en las ferias del libro las firmas siguen siendo un polo de interés a pesar de que aquellos escritores que más amamos nunca serán firmantes por razones obvias. Un catedrático contaba en sus clases que co
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