Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Lillian Hellman

Dash and Lilly

Cuando era adolescente descubrí a Lillian Hellman. Fue a través de sus libros autobiográficos y de sus guiones para el cine. A la vez, lo descubrí a él, a Dashiell Hammett. Ambos descubrimientos se enlazaron y, además de entender por qué y cómo escribían, asimilé su extraña relación, basada en el amor y en la admiración mutuas.  Por amor, él renunció a fumar y murió de cáncer de pulmón pero intentándolo. Por amor ella dedicó horas y horas a conseguir que él volviera a escribir, que no abandonara a la intemperie a su inspiración.  Dash y Lilly son dos modelos de escritores. Cuando se conocieron él era un hombre famoso. Había dejado atrás su trabajo como detective en la Agencia Pinkerton, que tantos conocimientos prácticos le proporcionó, y ya estaba en la cresta de la ola del éxito. El Halcón Maltés había sido todo un suceso editorial y de ahí, al cine, a la gloria. Ella era mucho más joven y más discreta, una pelirroja fea, según se comentaba. Aunque Dashiell acuñó una frase

Hammett y Chandler

La editorial RBA sacará próximamente una nueva biografía de Dashiell Hammett a cargo de Nathan Ward. No es la primera que recoge las peripecias emocionantes de la existencia de este hombre que tuvo muchos trabajos y en todos ellos experimentó la pasión y el riesgo. Leerlo es vivir la plenitud de la novela negra y, también, acercarte a otros autores que, por algún motivo, aparecen relacionados. Si te gusta la novela negra has tenido que toparte ya con estos dos. Contemporáneos, pero distintos, aunque ambos comparten la gloria de la creación de un género que, desde entonces, ha hecho disfrutar a miles de lectores. En esto, como en botica, hay gustos para todos. Unos son más de Dash (Hammett) y otros son más de Ray (Chandler). Los lectores tenemos confianza con nuestros idolatrados escritores así que los llamamos por sus diminutivos, como si fueran gente de la familia. Y no diría yo que no lo son, en realidad.  Pero ahí quedan sus paralelismos. En todo lo demás son diferentes. Da

Escribir se conjuga en plural

El hombre llevaba un traje gris que le sentaba como un guante. Bajo la chaqueta asomaban protocolariamente los puños de la camisa blanca y el cuello bien ajustado, rodeado por una estrecha corbata negra. Era alto y muy delgado. Algunas hebras grises salteaban su pelo de forma intermitente, pero su bigote aparecía lustroso, mostrando un sello de vitalidad desusada en aquel marco añejo.  Dashiell Hammett había llegado pronto. No sabía cómo, las horas, en ocasiones largas, se le habían pasado tan deprisa la noche antes. En el garito azul al que llegó, pasadas las dos de la madrugada, halló a una rubia esplendorosa con los dientes salidos al estilo conejo, pero con un trasero apetecible. No recordaba ya de quien partió la iniciativa pero la noche resultó redonda. Bebidas, humo y mujeres, su ecuación más perfecta. Alguien, su agente quizá, lo metió en la cama a punto de evitar el colapso. Y, después de dormir muy pocas horas, se despertó de bastante mal humor. Allí estaba,

Escribir es cosa de dos

El hombre llevaba un traje gris que le sentaba como un guante. Bajo la chaqueta asomaban protocolariamente los puños de la camisa blanca y el cuello bien ajustado, rodeado por una estrecha corbata negra. Era alto y muy delgado. Algunas hebras grises saltaban su pelo, de forma intermitente, pero su bigote aparecía lustroso, mostrando un sello de vitalidad desusada en aquel marco. Dashiell Hammett había llegado pronto. No sabía cómo, las horas, en ocasiones largas, se le habían pasado tan deprisa la noche antes. En el garito azul al que llegó pasadas las dos de la madrugada, halló a una rubia esplendorosa con los dientes salidos al estilo conejo, pero con un trasero apetecible.  No recordaba ya de quien partió la iniciativa pero la noche resultó provechosa. Bebidas, humo y mujeres, su ecuación más perfecta. Alguien, su agente quizá, lo metió en la cama a punto de evitar el colapso. Y, después de dormir muy pocas horas, se despertó de bastante mal humor. Allí estaba, por fin, en es