Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Luis Caballero

La corbata de David Lean

Sevilla 1961. Luis Caballero Polo (1919-2010) trabajaba en el Hotel Alfonso XIII. Su elegante figura, su señorío natural, su cultura autodidacta, eran el complemento adecuado a su talento, el que le había servido en los tiempos de la prisión y los trabajos forzados: cantar flamenco. En ese año de 1961 Sevilla recibió, con la algarabía y generosidad que suele, a la enorme troupe que formaba el equipo de rodaje de “Lawrence de Arabia” (1962).  A la cabeza, David Lean (1908-1991), su director. El Hotel Alfonso XIII, de estilo neomudéjar, situado en el centro de la ciudad, en el cruce de la calle San Fernando y la puerta de Jerez, se estableció como sede y también como lugar de rodaje para algunas escenas de interior. Por eso, en este contexto de vida diaria de unas personas que están fuera de su entorno natural, Luis Caballero conoció a David Lean. Luis tenía una gran afición al cine (recordaba en nuestras charlas la película que ponían en el cine de verano de su pueblo cuando esta

Historia de un valiente

Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando vinieron a darme el aviso de que estabas muerto (Seguiriya de José Luis Rodríguez Ojeda) Los hombres que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. Lo dijo Bertold Brecht y yo lo suscribo para Luis Caballero Polo, que acaba de morir en nuestro Aljarafe. Fue poeta, actor de cine, cantaor de flamenco, maestro de ceremonias del Hotel Alfonso XIII, lorquiano hasta la médula, escritor, tertuliano. En esta última faceta impulsó la Tertulia Flamenca de Radio Sevilla, un soplo de aire fresco en las ondas de aquellos sesenta y setenta. También fue un andaluz convencido y en ese sentimiento está escrito su libro premonitorio: "Somos o no somos andaluces", cuando escribir de Andalucía requería valentía e independencia. Luis tuvo una infancia feliz y una adolescencia imposible. En su pueblo natal de Aznalcóllar, tuvo la suerte de pertenecer a una familia ilustrada, dentro de su humildad. Pero la guerra segó sus ilusiones y tuvo que pasar el