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Mostrando las entradas etiquetadas como Mi padre

Elegantes

  He encontrado esta foto en una red social. Me ha hecho pensar, recordar, escribir. Aparentemente solo son personas que están tomando algo en una calle de Londres, en una terraza de mesas verdes y sillas que parecen bastante incómodas. Aquí en primer plano un señor mayor. En segunda fila una pareja que está comiendo algo. Más allá otro señor. El señor mayor tiene un libro en la mano, está leyendo. En la silla de al lado hay más libros y lo que parece ser otra bolsa también llena de libros. No hay nada en la mesa, acaba de llegar o no ha pedido nada. Está absorto en la lectura. Lleva gafas de montura negra. Está concentrado absolutamente en lo que lee. La distancia nos impide ver de qué libro se trata.  El hombre mayor va muy bien vestido. Pantalón gris de raya bien planchada, una camisa clara, una chaqueta azul. Lleva calcetines azules y unos mocasines negros bien limpios. Es un hombre elegante y su elegancia no es afectada, no es cursi, no es presuntuosa, sino natural. Es elegante la

El cumpleaños

  (Foto de Joel Meyerowitz) Todos los 3 de diciembre comenzaba la navidad. Era un día de alboroto precedido por otros días de misterio y de susurros. Nadie hablaba abiertamente de lo que el 3 sucedería pero los hijos se movían por la casa sigilosamente y la madre tapaba y destapaba las ollas, hacía la masa de las tortas y guardaba en la despensa manjares inusitados, aquellos que los niños esperaban con impaciencia tanto como los regalos. El 3 de diciembre era día de fiesta mayor en esa casa, por lo que se celebraba y por lo que significaba esa celebración. El día antes se pasaban todos el rato doblando papeles de colores para guardar regalos, cosas simples que cada uno había conseguido a su manera. Había dibujos escolares, unas nueces convertidas en barquitos con palillos de dientes, algunos puzzles inventados, libros hechos a mano, un par de corbatas, un pañuelo de cuello, una bufanda, calcetines oscuros y camisas blancas, pijamas de rayitas, la bata de casa, el albornoz, las cajas de

Una historia de sal

(Sal: campos, trazados y extractos. David Burdeny) Mi Rosebud, mi paraíso inalcanzable, existe. Es una salina, un espacio húmedo y cuajado de caminos de tierra y de agua salada, junto a la que se halla un fuerte casi destruido, recuerdo de la época de Napoleón que, en los lugares de mi infancia, dejó una huella muy profunda. Es el uno de enero de cualquier año y hace frío, aunque el sol está brillando en las primeras horas de la tarde. Allí estamos todos los hermanos con mi padre, porque ese es el único día del año en el que mi padre no trabajaba; el resto, todos los días, festivos, lluviosos, azotados por el calor, por la mañana, la tarde y la noche, mi padre trabajaba para que todos nosotros, sus nueve hijos, tuviéramos casa, comida, ropa, colegios y libros. En la salina el aire es muy denso y huele a verdín, a mar azulado y trepidante, a merienda recién preparada. Mi padre es delgado y de mediana estatura, con un fino bigote muy cuidado, lleva una camisa blanca de manga larga (él nu