(Stained Glass Mails. Saul Leiter) A veces, cuando el silencio es más oscuro y las gotas de lluvia se confunden con el agua salada de los ríos y las lágrimas, una mirada puede ser el salvavidas que esperas. Ella lo sabe. Lo presiente. A veces, cuando habla con él en la distancia, cuando evoca su voz o sus manos en el aire, intenta imaginar sus ojos, su expresión, el verso de su boca, la manera sutil con que la mira o debería mirarla si ello fuera posible. En las horas más largas, cuando todo se escribe con interrogaciones, cuando nada es seguro salvo la muerte y en ella encuentra escrita la verdad más rotunda y más cierta, entonces vuelve los ojos hacia él y sueña con las tardes imprecisas en que su cuerpo tiene el olor de las rosas. En el sueño, la mira. La ve a lo lejos, la presiente, la espera, la descubre. En el sueño no existen pesadillas de monstruos que le impiden el paso a las palabras, sino un ascua de luz incandescente con toda la pasión convertida en susurro.
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