Cuando la solitaria rosa de tu aliento ya vivía en una penumbra equivocada, cuando las manos eran como alas de gaviotas, lentas y posadas la mayoría del tiempo, aún tus ojos conservaban la risa, esa cualidad de tu mirada que era inconfundible. Mirada de frente sin perfiles vacuos, mirada inocente y plena a la vez. Mirada tierna, alada, limpia, irónica, valiente. Tu forma de mirar, sin el recelo de los que anuncian calamidades, de los que injertan soledades en la vida de los otros, de los que portan emociones tóxicas para hacer más difícil la existencia. Tus ojos facilitaban la conversación, abrían caminos. Eran de verdad tanto como la mentira se alejaba siempre de ti por no encontrar hueco donde hacerse presente. Tus ojos tejían un universo de afectos en torno de tu vida y así era posible hallarte en cualquier sitio, como un eslabón de ilusiones que nadie antes que tú hubiera osado imaginar. Así eran tus ojos, con su tenue claridad dorada, ese toque de humor leve pero preciso,
¡Cumplimos 15 años! 2009-2024